En el Jardín Botánico (memorias)


 Jueves es mi día favorito de la semana, levantarme a las 6:30am, ponerme mi playera de voluntaria y tomar camino hacia el Jardín Botánico, llegar a las 8:30, y recibir un gran abrazo y una tremenda sonrisa de mi amiga Anamaría quién tiene esa particularidad de ser tan amable, aunque esté enojada, o tenga algún dolor físico, nadie en ésta vida me ha recibido con tanta amabilidad como ella, luego escuchar el "mushashita" de don José y saber que por fin he llegado a un espacio donde me aprecian y me valoran.


Algunas veces no hay nadie más, otras la jefa de jefas allá en su escritorio siempre atareada pero de lejos levanta la mano para saludar. Y en aquellas computadoras del fondo las chicas de las "semillas" ya listas para investigar, y algunas veces unos jovencitos con sus computadoras que van y vienen haciendo sus prácticas de biología, que ni cabemos en el lugar, las oficinas son pequeñas, pero yo los jueves, tan solo los jueves, las siento grandes, tan grandes que hay un lugar para mi.

Como me gusta llegar temprano pues mi jornada inicia a las 9am, nos da tiempo de tomar café y platicar un rato, a las 9 llega el chico de la cola de macho con mirada angelical, (pues jamás lo he visto enojado) que con un "hola" nos informa que "ya llegó el grupo", últimamente ya solo don José y yo estabamos listos para atenderlos, algunas veces mi amiga Fresitas también llega temprano.

Con la gorra puesta, habiendo tomado unos tragos de agua y lavado la taza del café, listos para adentrarnos en el hermoso jardín y sentir ese aire puro y ser recibidos por los cantos de los pájaros, nos llenamos de entusiasmo para empezar nuestra labor.

Vemos entrar en fila algunas veces "chirisiros" (como les dice Anamaría) de kínder, todos agarraditos de la mano con carita de sorprendidos ( y yo también pongo carita de sorprendida, pues no mucho me gusta trabajar con niños pequeños, debo confesar), otras veces, son la mayoría, niños de primaria muy inquietos por aprender. Los de las escuelas me causan mucha ternura, pues entran viendo para arriba y muchos tienen la expresión de "wow" emocionados por ver de junto tanto árbol; también debo decir, que los niños de escuela me causan cierta "tristeza" pues se que son niños sencillos, se les nota al ver sus zapatos viejos y sus uniformes gastados y remendados y te das allí cuenta de un solo romplón la situación socio económica de éste país. Se me hace un nudo en la garganta no se por qué, y me cuesta hasta saludarlos.

Y en manada se dejan venir también los chicos de básico, los adolescentes siempre inquietos, las chicas de la mano todas tiernas, y los varones algunos fregando otros con cuaderno y lapicero listos para anotar. Esos son mis grupos favoritos, mientras mas chingones "mejor", no se, pero les logro capturar la atención quizás y sacarles una que otra risa para que se relajen.

Algunas veces también llegan chicos de bachillerato, no muy interesados (si son de la capital), pero súper atentos si son de algún departamento, curiosa la diferencia.

Y por dos años, llegaron las señoras y los señores del IGSS, entraban con sus bastones, sus andadores, algunos con pijama, unos serios y otros aburridos, que con don José les dábamos un recorrido tan emocionante y terapéutico que cuando se iban tres horas después, no les cabían en su cara las sonrisas y lo felices que se sentían, tanto que nos compartían de su refacción y gustosamente se acercaban para platicar, sin duda ha sido de mis grupos favoritos para atender. Lástima que ya no pudieron llegar.

Entonces inicia el recorrido, a veces grupo de 20 alumnos, otras de 35 o más y mi primer punto: el árbol de hormigo. ¿A quién le gusta la música de marimba? les pregunto siempre, después de presentarme como " Armonía su guía", los pequeños casi todos levantan la mano, los adolescentes unos cuantos, y los grandes más o menos. Entonces empieza mi casaca con otra pregunta ¿sabían que...?...y así por alrededor de 45 minutos a una hora caminamos por el jardín conociendo información interesante de las plantas, los árboles, los biomas, la historia del jardín, los polinizadores y mucho más.

La "cuentera" como me dice don José y es que a veces les narro algún relato interesante sobre cierto árbol, el de morro es el protagonista más frecuente en la historia de la princesa Maya o el cuento del colibrí.

Para cada nivel educativo se dosifica la información, también depende el grupo, si está atento o no, eso ya la experiencia te lo va diciendo, hasta llegar de regreso al punto de partida, donde está el monumento de "Lineo" que no se por qué, siempre me "guiña el ojo", de seguro... le gusto en secreto.

Y depende el día, recibimos otro grupo, o nos da tiempo ir a tomar otro café con pan o chucherías que siempre llevamos para compartir, a esa hora ya llegaron mis otros compañeros Blanki y Julio y somos más para atender.

Algunas veces damos hasta tres recorridos en la misma mañana, allí ya se me olvida qué dije en el primer grupo y qué en el tercero, cada recorrido es similar, pero jamás es igual.

Podría narrar muchas anécdotas en 5 años de dar recorridos, (este año 2020 ya no cuenta lamentablemente por la situacion). Los niños me sorprenden cada vez con sus comentarios que valdría la pena ir anotando en un libro de " memorias", como cuando un niño me dijo al llegar a " La Chata" —¿esta es una tumba? —no, le dije. Y cuando llegamos con Lineo me hace la misma pregunta...todos reímos.

También una única vez que nos encontramos con una tremenda iguana comiendo hojas "tan campante y quitada de la pena" como si estuviera en su casa, y sí estaba en su casa, ese día llevaba a un grupo de primaria y nos la quedamos viendo todos sorprendidos, la maestra preguntó —¿Y cómo se llama?, ella se refería a la iguana, yo pensé que se refería a mi y le dije —"Claudia"... y todos los niños le dijeron a la iguana "adiós Claudia", mientras con sus manitas se despedían...me dio mucha risa.

Cuando no hay recorridos, algunas veces nos dan capacitación de algún tema, o nos vamos a dar una vuelta por el jardín y el museo, a mi me gusta ir a saludar y platicar con quien me encuentre en el camino, ya sean los jardineros u otras personas que trabajan allí. Mi parte favorita también es compartir con mis colegas voluntarios con quienes hemos creado un vínculo muy bonito de amistad y cariño, después de tanto año de vernos todas las semanas. Algunos se han ido, otros todavía siguen presentes, hay compañeras los miércoles, otras los viernes y algunas veces coincidimos todos en las actividades de fin de semana, en alguna excursión o en el convivió de fin de año...

También me encanta ir a buscar a las ardillas o las mariposas, sepan que suelo hablarle a los animales, así que me siento como una "hada" en ese lugar. Y no quiero salir de allí.

Y así han pasado los años desde el 2014 cuando me emocioné por integrarme al equipo de voluntariado.

Han pasado muchas cosas desde entonces, he conocido a tanta gente, he aprendido mucho, hasta escribí un libro de cuentos para niños con un tremendo científico japonés, y yo que ni científica soy.

A mi me encanta la naturaleza, siempre me ha encantado, y ésta ha sido una oportunidad de escapar de la rutina, del bullicio de la ciudad y adentrarme en un mundo mágico lleno de vida y color.

(En foto pacientes del hospital de rehabilitación del IGSS en una de sus visitas al Jardín) 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Oscuridad (microrelato)

UN CANTO AL VIENTO (Poema)

Mensajes de la Luna