Mensajes de la Luna

Todo estaba calmado en aquél bosque, la tarde estaba por caer y el color naranja se apreciaba en el horizonte, ya se escuchaban los sonidos de algunos insectos y animales nocturnos preparándose para una hermosa noche de luna llena. 

Armin, una de las hadas guardianas de ese bosque, estaba sentada en una rama de aquél viejo árbol.  Ella era una de las hadas que le llamaban «Arquetonlladas».  Tenía la facultad de presentir la llamada de la Diosa de la Luna, y descifrar sus mensajes para escribirlos en el gran libro de los secretos de la noche y documentar así los misterios de las mujeres valientes que confiesan sus locuras viendo hacia la luna.  Pero esa tarde estaba confundida… 

Kirla, una abuela «humana» y sabia con largo cabello lleno de canas, salió a recoger algunas hierbas para sus pócimas y hechizos que realizaría con sus compañeras brujas en aquella noche de luna llena y solsticio de verano.  Escuchó que alguien la llamaba a lo lejos: ―¡Kirla, Kirla! ―rápido volteó a ver a la rama del árbol.

―Armin, ¿eres tú? ―preguntó emocionada de volver a ver su amiga hada.

―Hola Kirla, te vi recogiendo tus hierbas y quise platicar contigo, me siento algo dudosa con el trabajo que realizo con la luna.

―¿De verdad? ―dijo Kirla poniendo cara de ternura y sentándose en una piedra.  ―¿Cuál es el problema?, cuéntame quizás te pueda ayudar.

―Es que no entiendo ¿por qué las mujeres «humanas» se quejan todo el tiempo, sufren, lloran y hablan con luna todos sus problemas y pesares?  ―mencionó Armin  ― ¡Ojalá! Todas fuera como tú.

―Lo que pasa amiga, es que ellas no saben del gran poder que llevan dentro, un poder que viene de nuestras ancestras, de la naturaleza, del ser mujeres.  Pero desde que el mundo es mundo, muchos, se han encargado de menospreciar el género, de someternos, de denigrarnos, y quién sabe qué tantas cosas más.  Las sociedades, las religiones y las culturas se han encargado de todo ello, y ellas lo creen.  «No todas… valdría la pena aclarar».

―¡Por eso te admiro Kirla, porque tu si lo sabes!  ―Entonces dime, ¿qué puedo hacer?, pues cuando la Diosa Luna me da toda esa información, la tengo que ir anotando en éstos libros, pero no entiendo aún su fin, nadie me lo ha explicado, ni las otras hadas que son como yo, ni nadie.

―Bueno, en eso si te puedo ayudar Armin, he vivido ya muchos años aquí en el bosque y conozco muchos secretos que las plantas, los árboles y los hongos me han revelado.  ¡Pero son secretos y no lo puedo siquiera mencionar!…   ―dijo Kirla mientras ordenaba las plantas que llevaba en su cesto. ―¡Entonces!, ¿a quién le puedo preguntar?,  ―intrigada Armin consultó.

―Solo te puedo decir que todo será revelado en su momento, cada mujer necesita pasar por un proceso de autoconocimiento, auto descubrimiento, fortalecer su autoestima y obtener sabiduría, pero eso amiga, eso  solo los años y la experiencia los da.  ¡Claro!, la Diosa Luna ayuda y la Madre Naturaleza también, es cuestión de que ellas encuentren ese camino, pero también te digo, que no todas lo encuentran…  De lo que puedes estar tranquila es que al hacer esas anotaciones liberas un poco la carga pesada de esas mujeres que confían en que la luna las puede ayudar con sus problemas…

―Bueno, ―dijo Armin no muy convencida, ―Espero verte pronto y que podamos platicar.  ―con su diminuta mano decía adiós a Kirla quién con un beso en la frente se despidió de ella.

Mientras Kirla regresaba a su cabaña, se fue pensando en ese «secreto» que nadie puede revelar, que cada ser en la naturaleza es importante y tiene un gran trabajo por realizar, que todo está conectado y que siempre se avanza hacia adelante, hacia el aprendizaje y hacia una verdad, la misión personal de cada mujer es una pieza en éste rompecabezas llamado mundo y cada generación deja una huella imborrable, todo está anotado en esos libros mágicos donde solo la Diosa Luna y algunos seres celestiales conocen.

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