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Mostrando entradas de octubre 31, 2021

Soledad

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 Y mientras la luna se asoma con todo su esplendor, Celia no deja de ver por la ventana y sentir su soledad desde su habitación en el psiquiátrico.  Le dijeron que tenía una extraña condición. Ella solo quería bautizar todas y cada una de las estrellas en el cielo.  Imaginaba historias de planetas lejanos de otros mundos donde ella pudiera ser libre y encontrar amigos nuevos. Desde hace varios meses que nadie la visitaba.   Solo la señora de la limpieza quién se había convertido en su única confidente. A los médicos ya no les tenía tanta confianza.  Un día, la señora de la.limpieza dejó abierta la puerta de su habitación, Celia aprovechó el momento y corrió escaleras arriba lo más rápido que pudo y justo allí, en la orilla del techo vio hacia el horizonte y sintió que podía volar, abriendo sus brazos se lanzó al vacío.   Según ella sería libre, pero se quedó atrapada entre dos mundos y todavía deambula en aquel hospital, ya no se siente sola eso sí, encontró otros que también querían s

¿Quién eres tú?

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  ¿Quién eres tú?  Caballero andante de la mirada penetrante. De sonrisa sincera y espíritu entusiasta, Con un toque de frescura y otro de ternura, Amable, respetuoso y un tanto apasionado. ¿Quién eres tú? Con un aire de personaje literario de novelas de antaño, Pero con semblante firme y muy bien concentrado. De porte recio, pisadas firmes y amante de sus raíces, Con largo camino recorrido y experiencias bien vividas. ¿Quién eres tú? De nobleza eterna y fuertes argumentos, De seguridad impetuosa y  grandes ideales, Romántico de corazón y testarudez inconstante, Narrador del tiempo, mente culta y naturalista de alma sencilla. ¿Quién eres tú? Sombra de mis pensamientos, protagonista de mis relatos, Fantasma de mis latidos fragmentados, Héroe de mis versos excitados,  de mis noches agitadas De mis corajes inexplicables, de mis anhelos misteriosos. ¿Quién eres tú?...  ¿quién eres tú?  © Claudia Bermúdez W.  (Armonía) 12 de mayo 2019

Gritos

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 La luna resplandecía sobre tu figura varonil, pero hacía sombra en tu rostro y no podía ver tu mirada.  Siento que tus palabras no concordaban con tu corazón; pensé que sería un momento romántico y dulce como siempre había sido.  Escuché gritos desgarradores de mis compañeros a lo lejos y empecé a gritar, pero nadie nos escuchaba. Un ruido ensordecedor me hizo perder la atención.  ¡Luna! ¡Ayuda!, algo malo está sucediendo. Tu rostro no se ¿qué me dice?, sigo sin poder ver tu mirada.  La luna me encandila.  ¿¡No entiendo, qué sucede!?  Veo para todos lados y solo estás tú aquí frente a mí.  El viento moviendo los árboles, la lechuza a lo lejos.  ¿Qué pasa? Prefiero que no te acerques, me invade el miedo, la duda.  ¡No por favor! Todo se quedó en silencio.  La luna cada vez más encendida.  Tú te fuiste y yo, solo yo traté de reaccionar.  ¿Qué sucedió?  ¡Luna, dime!  No puedo moverme.  ¿Acaso estoy soñando?  Si, una pesadilla, tranquila pronto voy a despertar.  ¡Sí, eso es!   Al día sigu

La Carta

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 ¡Miserable!, ¡Miserable! Gritó Justina mientras se miraba la espejo, lanzándole un frasco de perfume para que éste se rompiera en mil pedazos.   Ella, con las emociones a flote, enojada consigo misma, con la vida, con Dios tomó sin más su cámara fotográfica la metió en su cartera, sus lentes de sol y salió azotando la puerta como "alma que se lleva el viento". Ya más calmada llegó a orillas del río cercano a su casa, colocó la cámara en su trípode e hizo un paneo para buscar el mejor ángulo.  Programó el disparador automático en diez minutos mientras totalmente desnuda se metió al agua y abriendo los brazos flotó sobre la superficie, entrecerrando los ojos para que el sol no la molestara. Tras accionarse el disparador en modo de " vídeo", empezó a repetir en voz alta, las últimas líneas de aquella carta que enviaría a su marido quién según ella, se encontraba de gira de trabajo por Madrid... ...Decirlo por teléfono sería muy vergonzoso, no podría hacerlo, así que t

Miedo

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Luciana era una chica fresca y sonriente, había vivido una vida normal y a sus 25 años estaba lista para comerse al mundo con su título universitario ganado y un trabajo estable como asistente de recursos humanos.  Nada podía detenerla y estaba tan enamorada de su prometido Gabriel, un treintañero amante de la naturaleza, trabajaba en el departamento de investigación en el zoológico de la ciudad, por lo que Luciana tenía libre acceso para visitar los animales cuando quisiera, los tigres su fascinación.  Un día Gabriel tuvo un fuerte dolor de cabeza y fue trasladado de emergencia al hospital.  Tras varios exámenes el diagnóstico fue cruel, un tumor cerebral, terminal y sin oportunidad de cirugía.  Ambos estaban devastados.  Luciana se armó de valor y cuidó a Gabriel hasta el final, con amor y dedicación.   Ella siempre había tenido el temor a la "enfermedad", y ahora se le había presentado de una forma que jamás imaginó.   Había pasado un tiempo y el día de los enamorados ella

La Sombrilla

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Sofía caminaba con paso firme y rápido.   La lluvia había atrasado la llegada del bus y era tarde ya para llegar a casa.  Había olvidado su sombrilla y se decidió a caminar las seis cuadras que le faltaban.  No dejaba de llorar pues había tenido una discusión con su suegra, quién tras varios años la seguía tratando como una intrusa en la familia.   El agua de la lluvia le cubría la cara, el cuerpo y borraba sus pisadas.   Pero ella seguía caminando con prisa.   En la esquina aparece una señora con una sombrilla muy grande y con voz fuerte le dice:  ꟷ ¡Doña Sofía, Doña Sofía...venga! Sofía voltea a ver, y se da cuenta que es doña Chusita, la señora que vende tamales cerca del mercado.   ꟷHa, doña Chusita, ¿cómo está?... ꟷ ¡Venga mija que se está mojando!, métase bajo ésta sombrilla, la acompaño para su casa pues voy por ese camino. Sofía agradece el gesto y trata de limpiarse la cara con las mangas del suéter.   ꟷHay mijita, ¿por qué estás llorando? ꟷpreguntó doña Chusita mientras sacab

Jazmin

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  Un cuadro se caía de la repisa, Agosto mi gato descansaba plácidamente en el sofá. Levanté el cuadro y lo coloqué en su lugar, era la foto de mi difunta abuela.    Tenía que practicar mis clases de piano y de repente recordé la melodía que solía sonar en la cajita de música de ella.   Traté de tocarla igual, cerré los ojos y la sentí a ella tocando conmigo.  Ella nunca tocó piano pero le encantaba la música.   De pronto la vi parada frente a mí con una cara angelical como de veinteañera, cuando falleció tenía 90.  Me dijo unas palabras que todavía resuenan en mi mente, decía algo así como: “allá está nuestro hogar, nos veremos algún día, hay un jardín inmenso, mucha paz, todos vivimos felices y no hay dolor, todos te mandan saludos…”, el resto no lo puedo recordar.   Me dio un beso en la frente y desapareció entre las cortinas que se movían con el viento.   Agosto observaba como ido, yo pensé que me había quedado dormida y era un sueño.  Todavía tenía el cuadro en la mano y un aroma