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Mostrando entradas de mayo, 2022

Recuerdo que...

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  Recuerdo que me caía muy seguido, pero es que me encantaba jugar basquetbol. Cuando tenía 9 años, mi prima me regaló una pelota de basquetbol.   Llegó a ser mi mayor tesoro.   La llevaba a la escuela todos los días en una bolsa de plástico.   Mi mamá dice que “hasta dormía con ella”. El piso de la cancha de la escuela era de torta de cemento y cuando llovía se ponía resbaloso y por eso me caía, porque toda la primaria usé zapatos ortopédicos por tener el pie plano y la suela era de cuero, no podía usar tenis, por eso me resbalaba. Pero no importaba andar con las rodillas raspadas o el trasero todo moreteado, ¡amaba jugar! Amaba toda mi escuela, amaba a mi maestra la seño Ana María, amaba a mis mejores amigas, Blanca, Mónica y Viviana.   Los momentos en mi “escuela primaria” han sido los mejores momentos de toda mi vida, los cuales añoro y me encantaría regresar, aunque sea un día a esa época.   Fueron los mejores 6 años de mi vida. La pelota era de color naranja, le puse mi

Esferas

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  La luminiscencia me cegó, la luz era muy fuerte, caí del abismo sin darme cuenta.   El tiempo lo sentí infinito, pero no tenía miedo, solo me sentí volar, fluir y sentir. Luego no sentí mi cuerpo, ya no era yo; todo era etéreo.   Esferas flotando por todas partes, de todos los colores, todo era lindo.   Seguí flotando de seguro voy a un hermoso lugar. ©

PASADO (carta)

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  No necesito remover el pasado, mi presente es armonioso.  Te quedaste allá, con tus dudas, tus reclamos y tu debilidad.  Quizás en ese momento no te supe comprender ni entendí todos los enredos que vagaban por tu mente ante tu enfermedad, quizás fui egoísta y sarcástica, no me puse en tu lugar.   No me importa si tienes algo que contarme, si algo te atormenta, ahorita ya no me importa. Nunca pudimos aclarar las cosas, pero quedé muy dañada que no querría verte jamás ni en un ejercicio literario. Te dediqué años de mi vida, de mi presente en aquel momento, de mi futuro inocente.  Fuiste mi cielo, lo que más quería, lo que más admiraba, siempre lo supiste.   Luego, fuiste mi infierno cuando te fuiste, cuando el silencio fue más que elocuente. Yo también me quedé callada, tuve que ir a terapia, pero no me ayudó en nada, me quedé igual. Han pasado más de 10 años y este ejercicio me da un vuelco el alma.  Hay noches que a veces te pienso y me pregunto ¿Dónde estarás? Pero jamás

La Campanilla (micro relato)

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  Triste, así se siente Marina cada vez que llega la noche y se da cuenta que su Alonzo no regresa. Nadie le dice nada, solo ve pasar los días recluida en aquella casa de ancianos, lo que no sabe que ya han pasado más de 25 años. No recuerda cuándo fue que Alonzo partió hacia la guerra. El día de la despedida sintió que un gran rayo le partía el alma. Él trabajaba como cartero del pueblo y recorría sus días en su vieja bicicleta pero fue llamado para prestar el servicio militar. Marina ya no siente consuelo, su corazón se ha debilitado y de vez en cuándo escucha el ring ring de la bicicleta de Alonzo. Cree que se asomará por la ventana con su acostumbrado silbido y la flor que le llevaba cada tarde. Alguien le regaló una campanilla vieja de bicicleta que ya no suena. Cada vez que quiere sentir la esperanza de ver a su amado, toca la campanilla oxidada que saca de la gaveta de su mesita de noche. Escucha el ring ring ya solo en su memoria. Por: Armonía

Carta a mis calendarios

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  No te quiero regañar, me cuesta escribir esto porque siempre creo que pudiste haber hecho mejor las cosas, ni quiero exigirte explicaciones, porque esos años ya se desvanecieron en el tiempo y no puedo regresar.   Tu infancia fue la mejor época de tu vida, por lo menos hasta hoy, pasaría semanas recordando y contando anécdotas. La adolescencia un tanto complicada porque te costó adaptarte a crecer, al nuevo colegio y los nuevos compañeros, dejar de ser la niña consentida de tu maestra, de tus tías, de tus amigas fue un cambio muy brusco, sin embargo, lo pudiste superar.   Me gustó que siempre hiciste lo que quisiste, ser la “niña buena” de mamá y papá y no te saliste de la “norma”, pero si pudiste haber sido un poco más rebelde.    Esos años de universidad y el noviazgo eterno con ese chico que quería ser siempre en centro de atención, te encerraron en una burbuja de responsabilidades, libros y clases que te olvidaste de ti, te olvidaste de conocer lugares nuevos, de comprart