Tres Llaves

 


Tengo tres llaves en las manos, no recuerdo cómo aparecieron.  Venían con una nota que decía: busca en éste camino y encontrarás el tesoro que abre.

Emocionada empecé a caminar por aquél inmenso jardín, el aroma del viento y de las plantas me recuerda a todos esos inciensos y esencias que me gusta quemar para sentirme bien, me conectan conmigo y me hacen imaginar que, aunque quizás esté encerrada en mi habitación, ando en lugares lejanos como la India, Turquía o algún castillo en Escocia, como esas películas y series que me gusta ver.

Continúo caminando y encuentro un árbol de manzanas, no puedo resistirme a tomar una y recordar que no hay nada mejor que la alimentación saludable para mi cuerpo, tengo que dejar un poco las chucherías y cuidar más esa parte, pensé. Empiezo a comerla poco a y saborearla sin prisa, sentada en una piedra observando a un par de mariposas danzantes que andan por allí, no pensar tanto en las cosas y dejar que la vida fluya, alejarme de la bulla de la ciudad y estar más aquí, presente, en el aquí y en el ahora.

Bien, a lo lejos escucho una cascada, me quiero ir a bañar allí, la higiene siempre ha sido importante para mí, no me gusta andar sudorosa y mucho menos con las manos sucias y se me enmelaron con la manzana.  El sonido de la cascada tiene ritmo, como el ritmo de los pasos de baile que recuerdo alguna vez aprendí en la clase de bellydance, que tengo que retomar, por cierto, mi cuerpo me lo va a gradecer. Y entonces encuentro allí ese lugar, esa agua cristalina que refresca mi cuerpo y me conecta con ese mundo espiritual que tanto me sorprende a la vez que me intriga conocer más.

Tras un largo rato de quedarme allí, recuerdo de nuevo las llaves, creo que estoy llegando al final del camino donde hay algo que abren, me intriga mucho.

No dejo de distraerme con unos conejitos que van saltando y recuerdo a mi gata Chester que ha de estar tranquilamente durmiendo en mi cama, nada más relajante que verla dormir y acariciar su cabello suave y que relaja mis sentidos y calma mis latidos, aminora mis enojos y adormece mis pensamientos.

Fortaleciendo mi autoconfianza y sabiendo que voy por el camino correcto, porque suelo ser distraída y perder el rumbo un poco, veo por fin a lo lejos algo que brilla: “un tesoro quizás”, ojalá porque me hace falta plata, mejor acelero el paso porque la emoción me desborda, ya voy llegando, cuidado con dejar tirada alguna de las 3 llaves, allí está lo puedo ver.

Un cofre, un cofre antiguo como el que tenía mi abuelita en su armario que al abrirlo era una hermosa caja de música con una bailarina que daba vueltas, tocando aquella melodía que recuerdo con añoranza.  Pero qué raro, el cofre tiene una sola cerradura, y son 3 llaves. Pruebo la llave uno y lo abre, se me cierra por error, es que estoy algo nerviosa.  Se me cae la llave, pero pruebo con la número 2 y se abre, ¡por fin!, suspiro de tranquilidad cuando un mosco me pica la mano y por sacudirlo, se me cae el cofre y se vuelve a cerrar.  Bueno, tengo otra llave, pensé o buscaré las otras, aquí entre el paso han de estar.  ¡Sorpresa! La tercera llave también lo abrió.  Pero qué hay, está vacío, no puede ser, quería monedas de oro o plata, como en las películas.  

Pero espera, ¿qué hay aquí, una bolsita de tela de terciopelo morada?, ah Igual a la de uno de mis oráculos, pensé. ¿Qué tendrá?, no pesa nada.  Una piedra, ojalá sea un cuarzo por lo menos, tanto que me gustan.

Abro la bolsa cuidadosamente y vierto el contenido en la palma de mi mano, parece una semilla de alguna fruta, no sé, qué será.  ¡Cómeme! Dice, ah, pero si ésta no es la historia de Alicia en el país de las Maravillas, ¿y si me hace mal?

Me quedé sentada allí por un rato, observando la semilla con esa extraña inscripción, volteé a ver a todas partes por si había alguien que me aclarara qué era eso.  Por fin, me tranquilicé, ha de ser uno de esos sueños lúcidos que tengo por las noches y que al final despierto acordándome como una película.

Le pego la mordida, ah, es una semilla de cacao, de esas ya he probado, a lo lejos te dejan ese sabor a chocolate amargo, y como me gusta mucho comer, me la terminé de dos mordidas.

¿Qué pasa ahora? acaso ¿no me voy a despertar y las llaves? Mejor las busco porque han de ser importantes.  Y el cofre, pues me lo llevó porque está bonito para guardar algo.

Y esa semilla ¿qué? No me hizo sentir nada, ¿qué era? Por qué tanto misterio con esas llaves.

De pronto empecé a ver los árboles con rostros.  ¿Qué sueño más raro pensé? Todo lo demás se miraba igual.  Mejor me siento un rato, ya se me va a pasar.  ¿Por qué no me despierto?

―¡Cuídate, cuídate! mucho ―escuché una voz a lo lejos. ―Te tienes a ti, cuídate, Vuelve a ti, vuelve a ti, mira las llaves tienen una inscripción.  Cuida tu parte física, mental y espiritual, cuídate decían.

No recuerdo más, desperté en aquél jardín, vi hacia todas partes y no había caminado nada.

¡Vaya sueño! Me quise levantar y noté que, en mi mano, tenía la misma semilla del sueño y recordé que por curiosa la había recogido en el camino, me la llevaré de recuerdo y escribiré una historia al respecto, con lo que me fascina escribir.  ©Armonía

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