Ser

Ermitaña como si fuera la última sobreviviente de una guerra masiva. 

 Desorientada sin un lugar fijo para estar.  

Desconsolada sin pronunciar palabra por no haber nadie más. 

Triste por la rutina y los dias iguales que a veces parecen noches y las noches interminables. 

Amargada por ser enojada, intolerante y arrogante. 

Cansada de una vida sin sorpresas, sin misterio ni movimiento.  

Todo igual, en soledad, como una adolescente, indefensa y aburrida. 

 Los ánimos se bajan, las cosas fluyen pero se estancan, muchos allá, el reloj aquí. 

El aire, la noche, el mundo entero en internet, las letras chocando con los pensamientos, desaparecer, renacer, simplemente salir de mi ser. 

©Armonía


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