Mi Escuela Primaria (Memorias)


 (Canción)...

Llegó la hora de decir adiós, decir adiós digamos al partir nuestra canción, nuestra canción.

En marcha hacia la luz del sol iremos todos hoy se clavará en el cielo el eco de nuestro último adiós.

Llegó la hora de decir adiós, decir adiós digamos al partir nuestra canción, nuestra canción.

No es más que un hasta luego, no es más que un breve adiós muy pronto junto al fuego nos reuniremos....

No me podía imaginar que apartir del día que cantamos esa canción, me estaría despidiendo de una de las etapas de mi vida más felices y fascinantes, la de mi querida escuela primaria.  Así fue como nos despedimos de 6 años llenos de aprendizaje, amistad y aventuras.  

Aquí con nostalgia les narro algo de esos años que para mí fueron simplemente maravillosos...

La escuela era fría, los pasillos eran oscuros, el patio muy grande, las paredes muy grises y habían muchos niños pero más niñas. Los baños parecían como un cuento de ultratunba donde sentías que te iba a aparecer un monstruo o algo así. 

 Yo venía de una escuela de parvulitos muy tierna, decorada, iluminada y un hermoso patio lleno de columpios y resbaladeros.  En definitiva ¡ésta escuela no me gustaba! me lo decía una y otra vez parada en la fila para entrar a mi primera clase, el primer día sin saber que allí pasaría los años más felices de toda mi vida.

Mi escuela primaria fue eso, al inicio un lugar sombrio que me pareció como un castigo y me costó meses para poder adaptarme, por no decir todo el primer año.  Lloraba en los recreos, me sentía sola y triste.  Tenía 6 años y estaba en primero primaria.  Recuerdo a una niña que fue mi amiga ese año y se sentaba conmigo en los recreos y me platicaba y gracias a ella, cuyo nombre no recuerdo me animó y me pude ir adaptando, pero nunca más la volví a ver.

A partir de segundo inició mi aventura.  Los próximos 5 años tuve a la misma maestra, "la seño Anamaría" como se les dice a las maestras en las escuelas.  Una señora de cabello canoso, de traje sastre azúl, gris otras veces. Muy seria, creo que no se podía reír mucho porque tenía el labio leporino.  Era clienta del salon de belleza de mi tía y por ende conocía muy bien a mi mamá.  Todavía recuerdo su tono de voz y su letra tan bonita cuando escribía en el pizarrón. Muy disciplinada, nadie se atrevería a hacer relajo porque un solo grito y todos sentados y sin moverse. De esas maestras "comprometidas con al educación" sin duda, la mejor maestra que he tenido en mi vida entera.  Ella logró inculcar en mi esa pasión por el estudio, por aprender cosas nuevas y por hacer bien las cosas.  La buena letra se la debo por más caligrafía que hice, la sigo teniendo chueca. Pero me siento orgullosa de habérmela encontrado unos años antes de que falleciera y que supiera que hasta me había graduado de la universidad.  

Mis mejores amigas eran mis cómplices en todo.  Lo pasamos tan bien todos esos años que por eso digo que fueron los mejor años de mi vida.

Todas fueron mis amigas, pero las meras meras ¡cómo olvidarlas! mis "guardaespaldas" como les decía mi hermana (porque eran más altas que yo, yo era la chaparra).

Blanca, una chica delgada, alta y de cabello rizado, era muy enojada pero tenía buenas ideas y decía cosas muy acertadas.  Mónica, era morena y corpulenta, cuidadíto y alguien la quisiera molestar porque de un empujón hacía volar a cualquiera a medio patio, pero era muy divertida y persistente.  Viviana una chica de cabello corto y muy ordenada, pese a que éramos muy niñas ella era como más madura, quizás porque cuidaba a sus hermanitos pequeños.  

Nos gustaba reunirnos en las tardes para "ensayar" bailes y canciones de Timbiriche o las Flans.  Así conocí sus casas y sus familias igual venían a la mía.  Supongo que también hacíamos las tareas juntas.  Bailar era lo que más me gustaba.

Los recreos eran fantasticos, siempre había algo para jugar...la.mayoría de las veces yo iba cargando mi pelota de basket bol (podía olvidar algún cuaderno, pero jamás mi pelota que me regaló mi prima para mi primera comunión), mi mamá dice que quería tanto a esa pelota que casi dormía con ella.  Y esque me encantaba jugar basket y como en la escuela había cancha...pues a esperar al recreo para salir corriendo y armar equipos. 

 Muchas veces me dí mis buenos "ranazos" porque todos esos años tuve que usar zapatos ortopédicos (eran botines amarrados como de soldado) y con el piso de cemento a veces mojado, se resbalaban y zaz...¡al suelo! 

Otras veces jugábamos liga, cuerda, matado, mataterola y todos esos juegos. Espacio había de sobra.

Recordando el día de carnaval, siempre nos daban un antifáz de cartulina para "decorar".  A mi se me ocurría pegarle en los orificios donde van los ojos, un pedacito de tela ya sea de tul o encaje según yo para que no me entrara la pica pica en los ojos.  El problema era que no miraba muy bien y me lo terminaba quitando, porque había que estar pilas porque los varones eran bien bruscos y le quebraban a una los cascarones de punta.  Pero yo los agarraba de la camisa y zas! Con más fuerza se los quebraba yo.

Para quienes no saben qué son los cascarones, se acostumbra durante el año ir guardando las cáscaras casi enteras de los huevos.  Llegando la época ya lavadas, se pintan de colores con añilina y se rellenan de confeti sellando el agujero pegándole un pedacito de papel de china, y así el día de carnaval con tu bolcita de cascarones corres a todos para quebrárselos en la cabeza.  Era divertidísimo.  Hacerlos también.

Y entre libros, cuadernos y los famosos "repasando" de Oscar de León Palacios se fueron pasando los años.

Nunca me gustó tomarme la incaparina en esos vasos de plástico con olor a jabón.  Pero como era obligatorio que te dieran tu vaso de "atol"... Se lo cambiaba a mi amiga Mónica por su galleta de mosh.

Las excursiones al Irtra Petapa y a Esquilandia sin duda eran fascinantes, seguro íbamos a otros lugares también como al teatro o a museos pero no me acuerdo mucho.  Esquilandia era un parque lleno de juegos mecánicos, las sillas voladoras eran mi fascinación. En una ocasión empecé a sentir que se me calentaban las piernas, y es que estaba parada en un hormiguero, entonces un profesor (de los practicantes del Aqueche que hacían su trabajo en la escuela) rápido me quitó los zapatos, las calcetas (recuerdo que estaba con pantaloneta) y me sacudió las hormigas y no recuerdo si me echó agua porque ya las llevaba hasta las rodillas. 

Me encantaba participar en los actos del día de la madre, obras de teatro, bailes, imitaciones de cantantes o lo que fuera.  También hacer las tarjetas y las manualidades. 

Un año me enfermé y no pude asistir al "acto del día de la madre".  Mi mamá si fue porque mi hermana menor también estudiaba en la escuela.  Yo estaba en 4to. y mi hermana en 2do.  

 Habíamos hecho unas flores muy bonitas de papel de china bañadas en cera de candela para que quedaran firmes y luego hicimos un florero con un cartón.  Mis flores eran rosadas y me habían quedado hermosas, siempre fui buena con las manualidades.  Cuando mi mamá regresó, llegó con unas flores amarillas todas feas y mal hechas.  Ella toda contenta agradeciéndome el detalle, pero yo me enojé porque le habían cambiado el regalo.

Imaginen 6 años de historias, las cuales no recuerdo todas, que me diera una "migraña" en la escuela era terrible pues me tenía que esperar hasta que fueran a localizar a mi mamá a la casa.  Una vez me tuve que esperar hasta la salida, toda hecha huevo. 

En fin...éste texto se ha alargado, pero no quiero irme sin contarles lo peor que me pasó, algo que menos mal no me ha vuelto a pasar jamás en la vida.

Ese día hubo ensayo de "coro" y no se por qué yo estaba allí metida cantando.  Al terminar salí corriendo al patio, recién tocaron el timbre de salida, yo ya estaba en 6to y como cosa rara mi hermana no llegó a estudiar ese día.  Mi mamá siempre nos iba a dejar y a traer.  Vi a todas mis amigas jugando basket en la cancha. Tiré mi bolsón en un promotorio de otros que estaban allí y me fui a jugar sin percatarme del tiempo.  La puerta de atrás de la escuela era de malla y se podía ver hacia la calle.  Vi que ya venía mi mamá con mi papá y corrí por mi bolsón para irme.  

¡Cuál sería mi sorpresa!, que mi bolsón no estaba.  Lo busqué y busqué y nada.  Ese día supe por primera vez lo que la palabra "angustia" significaba. 

Lo que sucedió fue que en el mismo edificio habían dos escuelas y una patoja de la otra escuela se lo llevó.  

Nunca había visto a mi mamá tan enojada, toda la tarde no pude dejar de llorar.

Afortunadamente mi mamá la hizo de detective y fue a hablar a la escuela, el guardián hasta le había preguntado a esa niña que ¿por qué llevaba dos bolsones? La directora de esa escuela le dió la dirección y como quedaba muy lejos, se le ofreció al guardían una recompensa si hacía el favor de ir a casa de esa niña y recuperar mi bolson.

No puedo describir la alegría que me dió ver de regreso ese bolsón rojo con todas mis cosas, mis cuadernos siempre fueron mi tesoro más preciado.

Ah...tiempos aquellos. ©


Por: Armonía



  


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